(extraído de "LA LIBERACIÓN DEL ESPÍRITU" de WATCHMAN NEE)
Lectura bíblica:
- Juan 12:24: "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto."
- Hechos 4:12-13: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús".
- 1 Corintios 2:11-14: "Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente".
- 2 Corintios 3:6: "…el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica".
- Romanos 1:9: "Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones…"
- Romanos 7:6: "Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra".
- Romanos 8:4-8: "… para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
- Gálatas 5:16, 22-23, 25: " Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne… Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley… Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Tarde o temprano todo siervo de Dios descubre que el
obstáculo más grande para su labor ES ÉL
MISMO y se da cuenta que su hombre exterior no está en armonía con su
hombre interior. El hombre interior va en una dirección, y el hombre
exterior, en otra. El hombre exterior no se sujeta al gobierno del espíritu ni
anda conforme a los elevados requisitos de Dios; además, constituye el
obstáculo más grande para la labor del siervo de Dios y le impide usar su
espíritu. Todo siervo de Dios debe ejercitar su espíritu para mantenerse en la
presencia de Dios, conocer Su palabra, percatarse de la condición del hombre,
transmitir la palabra de Dios, y percibir y recibir la revelación divina; todo
esto lo hace con su espíritu. Sin embargo, el hombre exterior lo incapacita y
le impide utilizar su espíritu. Muchos siervos del Señor no son aptos para
Su obra, debido a que nunca han sido quebrantados por el Señor de una manera
completa. Sin el quebrantamiento, prácticamente no son aptos para realizar
ninguna tarea. TODO ENTUSIASMO, CELO Y CLAMOR SON VANOS. ESTE QUEBRANTAMIENTO ES FUNDAMENTAL Y ES LA ÚNICA MANERA EN QUE UNO
LLEGA A SER UN VASO ÚTIL PARA EL SEÑOR.
EL HOMBRE INTERIOR Y EL HOMBRE EXTERIOR
En Romanos 7:22 dice: "Porque según el hombre interior, me
deleito en la ley de Dios". Nuestro hombre interior se deleita en la
ley de Dios. Efesios 3:16 dice: "Fortalecidos
con poder en el hombre interior por Su Espíritu". Y en 2 Corintios
4:16 Pablo dijo: "Aunque nuestro
hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en
día". La Biblia divide nuestro ser en el hombre interior y el hombre
exterior. Dios habita en el hombre interior, y lo que está fuera del hombre
interior, en donde Dios habita, es el hombre exterior. En otras palabras, el hombre interior es nuestro espíritu, mientras
que la persona con la que los demás tienen contacto es el hombre exterior.
Nuestro hombre interior utiliza nuestro hombre exterior como vestidura. Dios
depositó en nosotros, esto es, en nuestro hombre interior, Su Espíritu, Su
vida, Su poder y Su misma persona. FUERA
DE NUESTRO HOMBRE INTERIOR SE ENCUENTRAN NUESTRA MENTE, NUESTRA VOLUNTAD Y EL
ASIENTO DE NUESTRAS EMOCIONES; EXTERIOR A TODO ESTO TENEMOS NUESTRO CUERPO,
NUESTRA CARNE.
Para poder servir a Dios, el
hombre debe liberar su hombre interior. El
problema básico de muchos siervos de Dios radica en que su hombre interior no
encuentra salida a través de su hombre exterior. El hombre interior
debe abrirse paso por el hombre exterior a fin de ser liberado. Tenemos que ver
claramente que el principal obstáculo en la obra somos nosotros mismos. Si
nuestro hombre interior se encuentra aprisionado, nuestro espíritu se halla
confinado y no puede salir fácilmente. Si no hemos aprendido a abrirnos paso
por nuestro hombre exterior con nuestro espíritu, no podremos servir al Señor.
Nada nos estorba tanto como nuestro hombre exterior. La eficacia de nuestra
labor depende de cuánto haya quebrantado el Señor nuestro hombre exterior, y de
que el hombre interior se libere por medio del hombre exterior quebrantado.
Este es un asunto fundamental. El Señor tiene que deshacer nuestro hombre
exterior para abrirle paso a nuestro hombre interior. Tan pronto como nuestro
hombre interior se libera, muchos pecadores recibirán bendición y muchos
creyentes recibirán gracia.
MORIR PARA LLEVAR FRUTO
En Juan 12:24 el Señor dice: "Si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto". La vida
está en la semilla. No obstante, la semilla está rodeada de una cáscara, una
corteza dura. Mientras esta cáscara no se quiebre, la semilla no podrá crecer.
"Si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere..." ¿A qué se
refiere esta muerte? Es la acción del calor y la humedad de la tierra sobre la
semilla, lo cual ocasiona que la cáscara se rompa. Cuando la cáscara se rompe
la semilla brota. Por lo tanto, no depende de si la semilla tiene vida o no,
sino de que la cáscara exterior se rompa. El siguiente versículo añade: "El que ama la vida de su alma la
perderá; y el que la aborrece en este mundo, para vida eterna la guardará"
(v. 25). De acuerdo con la Palabra del Señor, la cáscara exterior es
nuestra vida, y la vida interior es la vida eterna que El nos imparte. PARA QUE LA VIDA INTERIOR PUEDA BROTAR, LA
VIDA EXTERIOR DEBE SUFRIR PÉRDIDA. SI LO EXTERIOR NO ES QUEBRANTADO, LO
INTERIOR NO PUEDE SER LIBERADO.
ENTRE TODA
LA GENTE DEL MUNDO, HAY ALGUNOS QUE TIENEN LA VIDA DEL SEÑOR.
Y ENTRE
ÉSTOS, ENCONTRAMOS DOS CONDICIONES DE VIDA.
En unos la vida se encuentra
atada, circunscrita y aprisionada; pero en otros, el Señor ha abierto una
brecha y la vida puede brotar. EL
PROBLEMA DE NOSOTROS HOY NO RADICA EN CÓMO OBTENER VIDA, SINO EN CÓMO PERMITIR QUE
ESTA VIDA EMANE DE NUESTRO INTERIOR. Cuando decimos que el Señor tiene que
quebrantarnos, no es sólo una figura retórica ni una doctrina; el
quebrantamiento tiene que llevarse a cabo. La vida del Señor puede propagarse
por toda la tierra, pero está encerrada en nosotros. El Señor puede bendecir a
la iglesia, pero Su vida se encuentra aprisionada, restringida y bloqueada por
nuestro hombre exterior. Si el hombre exterior no es quebrantado, no traeremos
bendición a la iglesia, ni podemos esperar que el mundo reciba la gracia de
Dios por medio de nosotros.
ES NECESARIO QUE EL FRASCO DE ALABASTRO SEA QUEBRADO
La Biblia habla del ungüento de nardo puro (Juan
12:3). La Palabra de Dios usa intencionalmente el adjetivo "puro".
Este es un ungüento de nardo puro, algo verdaderamente espiritual. No obstante,
a menos que el frasco de alabastro fuera QUEBRADO, el ungüento de nardo puro no
podía ser liberado. Es extraño que mucha gente valore más el frasco de
alabastro que el ungüento. De la misma manera, muchos piensan que su hombre
exterior es más valioso que su hombre interior.
ESTE ES EL PROBLEMA QUE ENFRENTA LA IGLESIA EN LA ACTUALIDAD. ES POSIBLE QUE VALOREMOS DEMASIADO NUESTRA PROPIA SABIDURÍA Y PENSEMOS QUE SOMOS SUPERIORES. OTROS PUEDEN ESTIMAR SUS EMOCIONES Y CREER QUE SON PERSONAS EXCEPCIONALES. MUCHOS OTROS SE VALORAN EXAGERADAMENTE A SÍ MISMOS Y CREEN QUE SON MEJORES QUE LOS DEMÁS. PIENSAN QUE SU ELOCUENCIA, SUS CAPACIDADES, SU DISCERNIMIENTO Y JUICIO, SON MEJORES QUE LOS DE OTROS. PERO DEBEMOS SABER QUE NO SOMOS COLECCIONISTAS DE ANTIGÜEDADES, NI ADMIRADORES DE FRASCOS DE ALABASTRO, SINO QUE BUSCAMOS EL AROMA DEL UNGÜENTO. SI LA PARTE EXTERIOR NO SE QUIEBRA, EL CONTENIDO NO PUEDE SALIR. NI NOSOTROS NI LA IGLESIA PODREMOS SEGUIR ADELANTE.
NO DEBEMOS SEGUIR PROTEGIÉNDONOS TANTO A NOSOTROS MISMOS.
El Espíritu Santo nunca ha dejado de obrar en los
creyentes. Muchos pueden dar testimonio de la manera en que la obra de Dios
nunca se ha detenido en ellos. Ellos enfrentan una prueba tras otra, un
incidente tras otro. El Espíritu Santo tiene una sola meta en toda Su obra de
disciplina: quebrantar y deshacer al hombre exterior, para que el hombre
interior encuentre salida. Pero nuestro problema es que tan pronto
enfrentamos una pequeña dificultad, MURMURAMOS, y cuando sufrimos alguna
pequeña derrota NOS QUEJAMOS.
El Señor ha preparado un camino
para nosotros y está dispuesto a usarnos. Pero tan pronto como Su mano nos
toca, nos sentimos tristes. Alegamos con Él o nos quejamos ante Él por todo. Desde
el día en que fuimos salvos, el Señor ha estado obrando en nosotros de muchas
formas, con el propósito de quebrantar nuestro yo. Lo sepamos o no, la meta del Señor siempre es la misma: quebrantar
nuestro hombre exterior.
EL TESORO ESTÁ EN VASOS DE BARRO.
¿A QUIÉN LE INTERESA ADMIRAR VASOS DE BARRO?
LO QUE LA IGLESIA NECESITA ES EL TESORO, NO LOS VASOS DE BARRO.
También el mundo necesita el tesoro, no los
vasos que lo contienen. Si el vaso no se quiebra, ¿quién podrá encontrar el
tesoro que está en él? El Señor obra en nosotros de muchas maneras con el
propósito de quebrar el vaso de barro, o sea el frasco de alabastro, la cáscara
exterior. El Señor busca la manera de brindar Su bendición al mundo por medio
de aquellos que le pertenecen. Este es un sendero de bendición, pero también es
un sendero manchado de sangre. La sangre debe ser derramada y las heridas son
inevitables. ¡Cuán crucial es el quebrantamiento de este hombre exterior! A
menos que el hombre exterior sea quebrantado, no puede llevarse a cabo ninguna
labor espiritual. SI NOS CONSAGRAMOS AL
SERVICIO DEL SEÑOR, DEBEMOS PREPARARNOS PARA SER QUEBRANTADOS POR ÉL. No
podemos excusar ni preservar nuestro yo. Tenemos que permitir que el Señor
quebrante nuestro hombre exterior completamente para que Él fluya libremente a
través de nosotros.
Ya hemos visto cuál es el
propósito de Dios para con nosotros. Es triste que muchos no sepan lo que el
Señor está haciendo en ellos, ni cuál es Su intención para con ellos. Todos
debemos saber cuál es el propósito de Dios para con nosotros. CUANDO EL SEÑOR
ABRA NUESTROS OJOS, VEREMOS QUE TODO LO QUE NOS SUCEDE TIENE MUCHO SENTIDO. El
Señor nunca hace nada en vano. Cuando entendamos que la meta del Señor es
quebrantar nuestro hombre exterior, comprenderemos que TODO lo que nos sucede
es importante. El Señor está tratando de alcanzar una meta: quebrantar y
deshacer nuestro hombre exterior.
El problema de muchos es que
antes de que el Señor mueva un dedo, ya están mostrando disgusto. Debemos
entender que todas las experiencias, dificultades y pruebas que envía el Señor,
redundan para nuestro beneficio. No nos puede pasar nada mejor. Si acudimos al
Señor y le decimos: "Señor, por
favor permite que yo escoja lo mejor", yo creo que Él nos respondería:
"Ya te lo he concedido. Lo que te
sucede cada día es lo que más te beneficiará". El Señor dispone todas
las circunstancias con el único fin de quebrantar nuestro hombre exterior.
Nuestro espíritu puede servir al máximo sólo cuando nuestro hombre exterior es
quebrantado y nuestro espíritu es liberado.
EL QUEBRANTAMIENTO REPENTINO Y EL GRADUAL
El Señor quebranta nuestro hombre exterior de dos
maneras. Primero, lo hace en forma
gradual, y en segundo lugar, inesperadamente.
Algunas veces el
quebrantamiento del Señor primero viene inesperadamente, seguido por un
quebrantamiento gradual; la disciplina inesperada viene primero y la gradual le
sigue. Algunos creyentes enfrentan adversidades diariamente, hasta que cierto
día reciben inesperadamente un golpe fuerte del Señor. En este caso, la obra
gradual viene primero y la repentina luego. De acuerdo con nuestra experiencia,
hay diferentes patrones de quebrantamiento. Es posible que primero se presente
el quebrantamiento repentino seguido por el gradual, o viceversa. Hablando
generalmente, aun con aquellos que no se desvían ni toman atajos, el Señor
requiere algunos años para completar el proceso de quebrantamiento.
No podemos reducir el tiempo
que toma este quebrantamiento pero sí podemos extenderlo. En algunos, el Señor
concluye este proceso en unos cuantos años. Pero en otros puede durar hasta
diez o veinte años. ¡Este es un asunto muy serio! Nada es más lamentable que
desperdiciar el tiempo de Dios. Muchas veces nosotros somos los causantes
de que la iglesia sea privada de recibir bendición. ES POSIBLE PREDICAR USANDO SÓLO NUESTRA MENTE Y CONMOVER A LA GENTE CON
NUESTRAS EMOCIONES SIN EJERCITAR NUESTRO ESPÍRITU; PERO SI HACEMOS ESTO, DIOS
NO PODRÁ USAR SU ESPÍRITU PARA TOCAR A LOS DEMÁS POR MEDIO DE NOSOTROS.
Cuando demoramos la obra incurrimos en una gran pérdida.
Si en el pasado nunca nos hemos
consagrado a Dios de una manera total, éste es el momento de hacerlo. Debemos
decirle: "Señor, por el bien de la
iglesia, por el avance del evangelio, para que tengas libertad de actuar y para
que yo mismo pueda avanzar en mi vida individual, me entrego a Ti total e
incondicionalmente. Señor, con gusto me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a
que te expreses libremente por medio de mí".
EL SIGNIFICADO DE LA CRUZ
Durante mucho tiempo hemos
escuchado acerca de la cruz, tanto que nos parece que ya lo sabemos todo al
respecto; pero, ¿sabemos en realidad qué es la cruz?
EL SIGNIFICADO DE LA CRUZ ES SIMPLEMENTE EL QUEBRANTAMIENTO DEL HOMBRE EXTERIOR.
La cruz pone fin al hombre
exterior, lo destruye totalmente y rompe la cáscara exterior. DESTRUYE NUESTRAS
OPINIONES, MÉTODOS, SABIDURÍA, EGOCENTRISMO Y TODO LO DEMÁS. Una vez que esto
sucede, el hombre interior puede salir libremente, y el espíritu puede
funcionar. Es muy claro cuál es el camino que tenemos por delante.
Una vez que el quebrantamiento
del hombre exterior se lleva a cabo, resulta fácil liberar nuestro espíritu.
Cuando un hermano experimenta esto, aunque posea una mente brillante, una
voluntad firme y unas emociones reservadas y profundas, todo el que lo conozca
reconocerá que cuando tiene contacto con él, toca su espíritu y no sus virtudes
humanas. Cada vez que otros tengan comunión con él, tocarán su espíritu, el
espíritu puro de un hombre quebrantado. Una hermana puede ser rápida en sus
acciones, de tal modo que todo el que la conoce lo nota. Tal vez sea rápida
para pensar, hablar, confesar, escribir y tirar lo que ha escrito. Pero cuando
otros la conocen, no notan su rapidez sino su espíritu, pues su misma persona
ha sido quebrantada. El quebrantamiento del hombre exterior es un asunto
crucial. NO PODEMOS ESCUDARNOS EN NUESTRA DEBILIDAD PARA SIEMPRE. Después de
estar bajo la obra quebrantadora del Señor por cinco o diez años, no tendremos
el mismo sabor. DEBEMOS PERMITIR QUE EL
SEÑOR SE ABRA PASO POR MEDIO DE NOSOTROS. Esto es lo más básico que el
Señor requiere.
DOS RAZONES POR LAS QUE NO SOMOS QUEBRANTADOS
¿Por qué muchas personas
permanecen sin ningún cambio, a pesar de estar por años bajo la obra
quebrantadora del Señor? ¿Y por qué otros tienen una voluntad férrea, una parte
afectiva o mente tan fuerte, y aún así, el Señor puede quebrantarlos? Existen
dos razones por las cuales sucede esto.
La primera razón es que éstos
viven en tinieblas y no pueden ver la mano de Dios en acción. Dios ciertamente
está activo quebrantándolos, pero ellos no están conscientes de ello. Como no
viven en la luz, su visión es muy reducida. Sólo ven a los hombres y piensan
que éstos son sus adversarios. O le dan demasiada importancia a las
circunstancias; las culpan de todo y se quejan de que son muy difíciles. Que el
Señor nos conceda revelación para que podamos ver la mano de Dios obrando. Que
podamos arrodillarnos y decir: "Señor,
esto procede de Ti. Sí, creo que esto viene de Ti, y lo acepto". Al
menos debemos saber de quién es la mano que nos disciplina. Debemos reconocer
esa mano y comprender que el quebrantamiento no proviene del mundo, de nuestra
familia ni de los hermanos de la iglesia. Debemos ver que es la mano de Dios la
que nos disciplina. Deberíamos aprender de la señora Guyón, quien besaba y
estimaba esta mano. Tenemos que recibir esta luz para aceptar y creer todo lo
que el Señor hace, pues Él jamás se equivoca.
La segunda razón por la que
muchos no son quebrantados es porque se aman demasiado a sí mismos. El amor
propio es un gran obstáculo para el quebrantamiento. Tenemos que rogar al Señor
que quite de nosotros todo amor propio. Cuando Dios lo arranca de nosotros,
tenemos que adorarle diciendo:
"Señor, si ésta es tu obra, la acepto de todo corazón". Debemos
recordar que todo mal entendido, toda queja y toda inconformidad se originan en
el amor que nos tenemos en secreto. Debido a que nos amamos a nosotros mismos
secretamente, tratamos de salvarnos. Muchas veces los problemas se originan en
nuestros intentos de salvarnos a nosotros mismos.
Aquellos que conocen al Señor
van a la cruz sin tomar el vinagre mezclado con hiel. Muchos van a la cruz de
mala gana; toman el vinagre con hiel tratando de atenuar sus sufrimientos.
Aquellos que dicen: "La copa que el
Padre me dio, ¿no la beberé?", NO TOMARÁN LA COPA DE VINAGRE CON HIEL.
SÓLO TOMARÁN UNA DE LAS DOS COPAS, NO
AMBAS. Estos no se aman a sí mismos. El amor propio es la raíz de nuestro
problema. Que el Señor nos hable interiormente para que oremos diciendo: "Dios mío, ahora entiendo que todo
proviene de Ti; todas mis experiencias durante los últimos cinco, diez o veinte
años han venido de Ti y han tenido el único propósito de que Tu vida se exprese
en mí. He sido insensato por no haberlo visto antes. Por causa de mi amor
propio he hecho lo posible por salvarme a mí mismo y he desperdiciado mucho de
Tu tiempo. Ahora entiendo que esto ha sido obra de Tu mano, y me consagro
sinceramente a Ti. Vuelvo a encomendar mi vida en Tus manos".
LAS HERIDAS DEL QUEBRANTAMIENTO
Nadie es tan atrayente como
aquel que ha pasado por el proceso de quebrantamiento. Una persona obstinada y
egocéntrica sólo puede atraer a los demás después de que Dios la quebranta.
Veamos el caso de Jacob en el Antiguo Testamento. El luchó con su hermano desde
que ambos estaban en el vientre de su madre; él era astuto, problemático y
artificioso, aunque pasó por muchos sufrimientos durante su vida. Cuando era
joven huyó de su casa y fue estafado por Labán durante veinte años. Su amada
esposa Raquel murió cuando iban de regreso a casa, y José, el hijo que más
quería, fue vendido. Muchos años después, su hijo Benjamín fue retenido en
Egipto. Jacob fue quebrantado por Dios una y otra vez, y experimentó numerosos
infortunios. Fue golpeado por Dios en repetidas ocasiones. La historia de Jacob
es una historia de azotes de parte de Dios. Después de todos estos golpes
cambió. Durante sus últimos años llegó a ser una persona realmente
transparente. ¡Cuánta honra se le dio en Egipto cuando se presentó ante Faraón y
habló con él! ¡Cuán hermoso es este cuadro! ¡Cuán claras fueron las bendiciones
que dio a sus hijos y nietos! Al leer la última parte de su historia, no
podemos evitar inclinarnos y adorar a Dios. He ahí una persona madura, una
persona que conocía a Dios. Después de ser azotado por Dios durante varias
décadas, el hombre exterior de Jacob fue quebrantado. En su edad madura
encontramos un cuadro maravilloso.
Todos tenemos algo de Jacob en
nosotros; tal vez no sólo un poco. Esperamos que el Señor pueda obrar en
nosotros y que quebrante nuestro hombre exterior, al grado de que el hombre
interior sea liberado y expresado por medio de nosotros. Esto es algo de gran
valor y es el destino de los siervos del Señor. Sólo podremos servir y guiar a
otros al Señor y al conocimiento de Dios cuando alcancemos esto. Ninguna otra
cosa producirá resultados; ni la teología ni las doctrinas ni el simple
conocimiento de la Biblia nos beneficiará. Lo único que será de provecho es que
Dios fluya de nuestro interior.
CUANDO NUESTRO HOMBRE EXTERIOR ES GOLPEADO, HERIDO Y HUMILLADO POR TODA CLASE DE INFORTUNIOS, LAS HERIDAS Y CICATRICES QUE QUEDEN SERÁN LOS CANALES POR DONDE EL ESPÍRITU FLUYA DE NUESTRO INTERIOR.
Temo que el yo de algunos
hermanos y hermanas todavía se encuentre entero; nunca han sufrido ninguna
herida ni disciplina, y no han cambiado en forma alguna. Que el Señor tenga
misericordia de nosotros y establezca un camino recto delante de nosotros.
Que podamos ver que ésta es la
única manera de ir adelante, y que todas las heridas que hemos recibido de
parte del Señor en estos últimos diez o veinte años han tenido como propósito
alcanzar esta única meta. Por lo tanto, no debemos menospreciar la obra del
Señor en nosotros. Que el Señor verdaderamente nos muestre lo que significa el
quebrantamiento del hombre exterior. A menos que el hombre exterior sea
quebrantado, todo lo que tengamos sólo estará en la esfera de nuestro intelecto
y del conocimiento, y será inútil. Logre el Señor en nosotros un
quebrantamiento completo.
Publicado por: Anunciadora de Sión
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