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viernes, 1 de enero de 2016

PREPARANDO EL ESCENARIO DEL ARMAGEDDÓN O LA INVENCIÓN DEL MEDIO ORIENTE - PARTE 2





   Continuando y terminando la Parte 1 del post, que habla de cómo las élites han inventado países para diseñar el escenario de su Armagedón...

Viene de la Primera Parte: 
PREPARANDO EL ESCENARIO DEL ARMAGEDDÓN O LA INVENCIÓN DEL MEDIO ORIENTE - PARTE 1



La invención de Turquía como “baluarte contra el peligro rojo”



   El Tratado de Sèvres fue un tratado de paz entre el Imperio Otomano y las naciones aliadas de la Primera Guerra Mundial (a excepción de Rusia y Estados Unidos), que se firmó en Sèvres (Francia) el 10 de agosto de 1920. El Tratado dejaba al Imperio Otomano sin la mayor parte de sus antiguas posesiones, limitándolo a Estambul y parte de Asia Menor.

   En Anatolia Oriental se creaba un estado autónomo para los kurdos (Kurdistán), y varios distritos pasaban a Armenia (la República de Armenia se independizó de Rusia en 1918) para formar la Gran Armenia. Grecia recibía Tracia Oriental, Imbros, Ténedos y la región de Esmirna.

   Se reconocía la separación de Egipto, Hiÿãz y Yemen; mientras que Mosul, Palestina y Transjordania pasaban a administracón británica y Siria, Líbano y Alejandreta a administración francesa, que también recibía una zona de influencia en Cilicia. Chipre quedó para los británicos que ya lo administraban y Castellorizo para los italianos con una zona de influencia en la región de Antalya. La navegación en los estrechos sería libre y controlada por una comisión internacional.

   Sin embargo, poco tiempo después, ante el cariz que había tomado la revolución en Rusia con la derrota de los ejércitos blancos y la victoria de los bolcheviques, Londres y París decidieron dar marcha atrás con lo estipulado en Sèvres y apoyar “tras la cortina” a los nacionalistas turcos al mando de Mustafá Kemal Atatürk, feroces anticomunistas, que tomaron el poder y combatieron victoriosamente contra griegos y armenios logrando mantener la posesión de toda Anatolia, y parte de Tracia Oriental.

   Así crearon la República de Turquía en 1922 que se convirtió en “un baluarte contra el peligro rojo”. Fue así como griegos y armenios fueron simples marionetas que fueron descartadas cuando Atatürk, el mismo que había masacrado por igual a británicos y franceses en Gallipoli, y a los armenios en los genocidios de 1915-1918 fue convertido en el mayor de los demócratas y paladín del mundo libre de un plumazo por los liberales de siempre.




   El tratado de Lausana fue un tratado de paz que estableció las fronteras de la Turquía moderna. Fue firmado en la ciudad suiza de Lausana el 24 de julio de 1923 entre los gobiernos de Grecia, Turquía y las naciones aliadas de la Primera Guerra Mundial.

   El tratado de Lausana invalidó el tratado de Sèvres, firmado por el Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial, pero que no había sido aceptado por el nuevo estado turco fundado por Kemal Ataturk tras la Guerra de Independencia Turca.

   El 20 de octubre de 1922 dio comienzo la conferencia de paz que fue interrumpida tras intensas discusiones el 4 de febrero de 1923 y retomada el 23 de abril del mismo año. El texto final fue firmado el 24 de julio después de ocho meses de deliberaciones.

   Los principales signatarios fueron İsmetİnönü por la parte turca y Eleftherios Venizelos por la parte griega. El tratado otorgaba a Turquía la Tracia oriental, las islas de Imbros y Ténedos en el Egeo nororiental, y garantizaba la protección de la minoría griega en Turquía y turca en Grecia respectivamente.

   No obstante, de acuerdo con el llamado acuerdo de intercambio de población, la mayoría de la población griega de Turquía fue trasladada a Grecia, de la misma forma que una parte importante de la población turca de Tracia occidental fue trasladada a Turquía.

   En total se calcula que aproximadamente 1.650.000 griegos fueron desplazados de sus hogares en Anatolia y 670.000 turcos de Grecia fueron trasladados a Turquía.

   Se exceptuó a la minoría griega de Estambul (125.000 griegos) y a los habitantes griegos de las islas de Imbros y Tenedos. En Grecia permanecieron 110.000 turcos, fundamentalmente en la Tracia occidental. La república de Turquía reconoció asimismo el mandato británico sobre la isla de Chipre. En realidad, ambos tratados (el de Sèvres y el de Lausana fueron obra del Foreign Office de la mano de Winston S. Churchill).

Churchill, inventor del Medio Oriente



   En la Conferencia de El Cairo en marzo, 1921, se decide que dos de los vástagos del Sharif Husain, a quien se le había prometido—y negado—una nación árabe independiente, serían reyes títeres y gobernarían en nombre de Inglaterra.

   Abdallah recibe Transjordania, estado seminómada artificialmente creado. Faisal, su hermano, a quien los franceses recientemente habían expulsado de Siria, se convierte en candidato preferido de Londres para ocupar el trono iraquí.


Churchill en 1911, primer lord del Almirantazgo. En 1915 fue el responsable del desastroso desembarco de Gallipoli (Turquía) donde los aliados sufrieron alrededor de 300 mil bajas (252.000 anglosajones y 47.000 franceses) y se vieron obligados a retirarse.


   El autor ideológico de estas invenciones era el ministro de colonias, Sir Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965), convenientemente asesorado por su red de espías-arqueólogos-orientalistas donde descollaba Gertrude Bell [29], la reina sin corona de Irak. Sin embargo el controvertido Thomas Edward Lawrence (1888-1935), Lawrence de Arabia, terminó desairando a sus jefes en Londres al comprobarse que en realidad apoyaba fervientemente a los árabes en sus justos reclamos [30].

   Se pueden sintetizar los objetivos de la Conferencia de El Cairo de 1921 en los siguientes puntos:
1. No se le concedió la independencia a los árabes. Se inventaron países que se repartieron entre los triunfadores: Siria y Líbano para Francia, y Transjordania, Irak y Palestina para Inglaterra.
2. No se aceptó la creación de una nación para el pueblo kurdo (descendiente de los medos), el que fue colocado bajo 5 diferentes soberanías: Irak, Irán, Siria, Turquía y Armenia. Los kurdos nunca aceptaron tal situación, se rebelaron constantemente buscando su independencia y su unidad nacional, por lo que fueron brutalmente reprimidos por los gobiernos locales con el apoyo de las grandes compañías petroleras, ya que en las tierras que ocupan se encuentran riquísimos yacimientos de ese mineral.
3. Se inventaron países que nunca existieron en la historia, como Transjordania e Irak, este último poblado por kurdos en el norte, árabes sunníes en el centro y shiíes en el sur.
4. Se mutilaron entidades políticas, separaron el Líbano de Siria y, a comienzo de la década de los ‘20 del siglo XX, al descubrirse las inmensas existencias de petróleo en la zona, proclamaron la independencia de una de las provincias iraquíes, Kuwait, para evitar que tanta riqueza quedase bajo una sola soberanía.

Conferencia de El Cairo (1921): la dama con sombrero es Gertrude Bell (izquierda); Winston Churchill está sentado con el sombrero sobre su rodilla izquierda.


La invención de la cuestión palestina


   El 11 de diciembre de 1917 el general inglés Sir Edmund Allenby, comandante en jefe aliado contra Turquía y Alemania en el frente de Palestina durante la primera guerra mundial, entró con el Ejército británico en Jerusalén y proclamó: "¡Hoy terminaron las cruzadas!": una frase que no sólo deja claro el espíritu revanchista de Occidente sino también sus ansias de rapiña sobre el Oriente.


El general Sir Edmund Allenby (1861-1936)) en la portada del periódico británico “La Guerra Ilustrada” de 1917. A fines de los años veinte visitó la Argentina y estuvo pescando en el Lago Traful (sur de Neuquén).

   En 1920, al dividir los británicos Palestina en dos: Cisjordania y Transjordania, se inició el conflicto insoluble que hoy desafía a los políticos de nuestro tiempo.

   El verdadero problema es el de la Cisjordania geográfica, en las tierras situadas entre el Jordán y el Mediterráneo, donde se asentó el “hogar judío” prometido por los británicos.

   Como consecuencia inevitable, en 1947 la Cisjordania fue repartida entre el pueblo que históricamente la poseía y los recién llegados colonos judíos, en su enorme mayoría de origen europeo.

   En 1948, aquellos se resistieron al expolio, pero fueron vencidos y arrojados al exilio. Doble injusticia: despojados y echados de su casa. Veintiocho años antes ya se les había quitado la Transjordania, convertida e un reino absurdo gobernado por un rey ajeno y tránsfuga.

A PESAR DE NO ESTAR DE ACUERDO CON EL TRATAMIENTO QUE RECIBIERON LOS PALESTINOS Y MUCHO MENOS CON EL QUE RECIBEN ACTUALMENTE (CADA DÍA PEOR, CADA DÍA MÁS ODIO Y RACISMO), les recuerdo a todos que este no es sino uno más de los cumplimientos de las profecías: FILISTIA (PALESTINA) SERÍA CASTIGADA POR SUS ACCIONES DE ANTAÑO.
La palabra de Yahweh que le llegó al profeta Yirmeyahu acerca de los pelishtinos, antes que el Paroh conquistara a Azá (Gaza). Así ha dicho Yahweh: “Mira, se levantan aguas del norte, se convertirán en torrente caudaloso, inundarán la tierra y sus criaturas, las ciudades y sus habitantes. Los hombres gritarán, gemirán todos los habitantes de la tierra, por el estruendo de los cascos galopantes de sus corceles, por el retumbo de sus carros, por el estruendo de sus ruedas. Los padres no se volverán a mirar a sus hijos, por estar tan indefensos a causa del día que viene para despojar a todos los pelishtinos; para cortar todo aliado que les quede a Tsor (Tiro) y a Tsidón (Sidón). Porque Yahweh despojará a los pelishtinos, al remanente de la isla de Kaftor. Calvicie ha venido sobre Azá (Gaza), Ashqelón está destruida. Oh remanente de su valle, ¿hasta cuándo se herirán ustedes mismos? “Oh espada de Yahweh, ¿cuándo por fin te estarás quieta? Vuélvete a tu vaina, reposa y sosiégate. ¿Cómo se aquietará cuando Yahweh le ha dado órdenes contra Ashqelón y la costa del mar; allí la asignó”. Jeremías 47:1-7
 
Pero ¡CUIDADO ISRAEL! ¡Ay del pastor que castiga de más a las ovejas que fueron indicadas para castigo! Recuerden que para castigar a Israel envió a los caldeos (Asiria), Y QUE AL MISMO TIEMPO AVISÓ QUE ENVIARÍA A BABILONIA PARA CASTIGAR LOS EXCESOS DE LOS CALDEOS (ya sabía que los cometerían), y que luego castigaría al rey de Babilonia... NO DEJARÁ SIN CASTIGO A UN ISRAEL QUE ABUSA DEL PODER COMO LO HAN HECHO OTRAS NACIONES.

Él llamó a setenta pastores y les entregó a esas ovejas para que las llevaran a pastar y le dijo a los pastores y a sus acompañantes: "Que cada uno de vosotros lleve de ahora en adelante a las ovejas a pacer y todo lo que os ordene, hacedlo. Os las entregaré debidamente contadas y os diré cuáles deben ser destruidas y esas, hacedlas perecer". Y les entregó aquellas ovejas. Después el llamó a Otro y le dijo: "Observa y registra todo lo que los pastores hacen a estas ovejas, ya que ellos destruyen más de las que yo les he mandado; todo exceso y destrucción que sea ejecutado por los pastores regístralo: cuántos destruyen de acuerdo con mi orden y cuántos de acuerdo con su propio capricho. Pon en la cuenta de cada pastor la destrucción que efectúe. Lee luego el resultado ante mí: cuántas destruyeron y cuántas les entregué para su destrucción. Que esto pueda ser un testimonio contra ellos para saber toda acción de los pastores, que yo los evalúe y vean lo que hacen y si se atienen o no a lo que les he ordenado. Pero ellos no deben enterarse, no debes contarlo a ellos ni debes advertirles, sino solamente anotar cada destrucción que los pastores ejecuten, una por una y al momento, y exponer todo eso ante mí.Enoc 89.59-64

En primer plano, de izq. a der., Arthur, duque de Connaught (1850-1942) y el general Allenby en Jerusalén en abril de 1918.

Diciembre de 1917. Soldados de la Legión Judía en el Muro de los Lamentos en Jerusalén. Este cuerpo del ejército británico estaba dirigid por el sionista Zeev Jabotinsky (1880-1940) que más tarde sería simpatizante de Mussolini y de Hitler, fundador del Partido Jerut e inspirador de las organizaciones terroristas Irgún y Lehi (la banda de Avraham Stern). Sus herederos políticos serían Menajem Beguin e Itzhak Shamir. 


Jabotinsky con el uniforme de teniente del ejército inglés


   Es interesante citar la embajada enviada por el presidente estadounidense Woodrow Wilson a Tierra Santa. En junio de 1919 llegaba al puerto de Jaffa la comisión dirigida por los norteamericanos Henry King y Charles Crane.

   En tres meses recorrieron 36 ciudades de las actuales Siria, Israel, Territorios Ocupados y la mitad oeste de Jordania. Se entrevistaron con representantes de todo tipo de comunidades religiosas, étnicas, nacionalistas y aceptaron, para su posterior estudio, 1873 peticiones e informes. Sus conclusiones fueron demoledoras para los intereses británicos, franceses y judíos:

El rechazo del sionismo era unánime, la presencia británica, inaceptable; la colonización francesa sólo era plausible para los cristianos libaneses; la mayoría musulmana deseaba la independencia y la soberanía política de sus territorios.



La invención de Transjordania


Encuentro del Comité Ejecutivo Árabe en Aqaba, Reino de Transjordania, en enero de 1924. Atrás, a la izquierda, el Sayyid Musa Qassem Al-Husaini (con turbante blanco), el rey Abdallah Ibn Al-Husain; en primer plano, a la izquierda, el Sharif Nasser, el Sheij Abd al-Qader Al-Muthaffar, el Sharif HusainIbn Ali y un guardia que hace la venia.

   Durante una cena de trabajo en un hotel de Jerusalén en el verano boreal de 1920, ante la perspectiva de darle un reino a Abdallah IbnHusain surgió el inevitable "¿Y qué fronteras le damos?". Churchill, ni lerdo ni perezoso, tomando una servilleta, repuso: "Voy a dibujarlas de memoria". El errático trazado fue llevado más tarde a un mapa por un funcionario del Foreign Office y así nació el reino de Transjordania, la Jordania de hoy. Más adelante, ufanándose de su travesura imperial, el que sería dos veces primer ministro inglés (1940-1945 y 1951-1955), diría que "había inventado Transjordania en una tarde de verano".

   En 1925, las tribus nómadas beduinas no llegaban a integrarse al estado transjordano y Abdallah, desesperado, le pidió a los ingleses el apoyo para controlar el desierto con el establecimiento de fuertes de control, bien armados e intercomunicados. Los británicos crearon Arabia Saudí, entre otros motivos, para aflojar la presión de las tribus sobre Transjordania:

Mediante el Tratado de Yida, firmado el 20 de mayo de 1927, el Reino Unido reconoció la independencia del reino de Abdelaziz (entonces conocido como el reino del Nejd y del Hiyaz). En 1932, estas regiones se unificaron en el actual Reino de Arabia Saudita.


   ¡Ellos crean y destruyen naciones como nosotros deshojamos margaritas!

   Finalmente, mediante grandes desembolsos de dinero y colocando asesores en los puestos clave del gobierno, los británicos lograron mantener al emirato bajo control. El Emir Abdallah se encontraba más que en deuda con los británicos. Él, como su hermano Faisal, quería ser rey a cualquier precio.

   Y los británicos, sabiendo esto, le pasaron todas las facturas imaginables que él pagó gustoso y agradecido. "Es preferible vivir siempre de rodillas que morir de pie", debería haber sido el lema de Abdallah, en las antípodas de la concepción de Emiliano Zapata (1879-1919), su contemporáneo.


Abdallah IbnHusain, rey de Transjordania



La invención de Irak

   En la época del Imperio Otomano, lo que hoy conocemos como Irak estaba conformado por tres vilayatos (provincias). Cada una contenía tres grupos muy distintos: en el vilayato del norte estaban los kurdos, de confesión musulmana sunní; el del centro contenía a los árabes de confesión musulmana sunní; y el del sur (que englobaba el actual Kuwait), a los árabes de confesión musulmana shií. Todos vivían conformes y felices sin mayores problemas. Pero el proceso de ensamblaje de los tres vilayatos en un solo país, Irak, provocado por los británicos, fue la madre de todos los males que desde entonces vienen desolando la Antigua Mesopotamia.

   En 1920 se levantaron los árabes sunníes en el centro, secundados por los kurdos en el norte, cada uno atendiendo a sus intereses y rechazando la injerencia británica. Inglaterra tenía dificultades para levantar un ejército que ajustara cuentas con aquellos “árabes recalcitrantes” en palabras de Winston Churchill, a la sazón, secretario de estado de Guerra. A falta de soldados, autorizó que el mando de las Reales Fuerzas Aéreas (RAF) en Oriente Medio atacara con bombas químicas a “las tribus incivilizadas”.

Un escuadrón de la Royal Air Force (RAF) en operaciones en los cielos de Irak en 1924. Desde estos aparatos se lanzaron las bombas químicas sobre la población civil indefensa.

   Como no fuera suficiente y la protesta subiera de tono entre los tres millones de iraquíes, diseminados por tan extenso territorio donde Inglaterra y Gales cabían tres veces, Churchill, que acababa de ponerse al frente del Secretariado de Colonias, buscó un dirigente árabe que fuese “libremente aceptado por el pueblo de Irak”.

   Así, en 1921, Londres entregó la corona a Faisal I, que fue proclamado emir por decisión popular, logrando "¡un 96% de sufragios favorables!" según el Alto Comisionado británico, que dirigió la operación... Pero debieron ser menos, pues de inmediato hubo sublevaciones shiíes —que a la sazón suponían el 52,5% del censo total del país— disconformes con la entronización de un sunní que además era un extraño proveniente del lejano Hiÿãz.


 
          Gertrude Bell                             Faisal Ibn Husain, rey de Irak

   Por sugerencia de la asesora y espía Gertrude Bell, que recomendaba tener mano dura con los árabes ya que según ella, era “lo único que entendían”, una vez más fueron gaseados los habitantes de Irak: esta vez el turno les tocó a los shiíes del sur. La monarquía probritánica continuaría reprimiendo a unos y a otros hasta 1958 cuando sería derrocada por un movimiento nacionalista.

El recurso de la doble verdad

   El ejemplo por excelencia de esa diplomacia fue sin lugar a dudas el ya citado Lord Curzon, el político más artero y sagaz del imperialismo británico en la región de Medio Oriente, Asia Central y la India a fines del siglo XIX y principios del XX. Una conocida característica de Curzon era apelar a la “doble verdad” o, mejor dicho, a la “doble mentira” con la que se trataba de engañar a unos y a otros, fuesen éstos orientales u occidentales. A fines de la Primera Guerra Mundial, al referirse a la conquista de los pozos del oro negro en Arabia, Irak e Irán, dijo que “los aliados marcharon hacia la victoria navegando en una ola de petróleo”. En 1924, a pesar de semejante declaración, siendo ahora Lord Curzon, Ministro de Relaciones Exteriores, vehementemente negará que “el sendero de petróleo todo tiene que ver con Medio Oriente”, expresando que: “De ninguna manera tiene el petróleo lo más mínimo que ver con mi actitud o con la del gobierno de su Majestad en cuanto al problema de Mosul o de Irak o del Oriente”.

   Desde Curzon hasta hoy, pasando por Lawrence de Arabia, Gertrude Bell, Henry Kissinger, Donald Rumsfeld y Condoleeza Rice, las dobles mentiras se han seguido repitiendo inevitablemente y para confundir aún más a la opinión pública se ha tratado de explicar con suma hipocresía que en realidad nunca existió un plan para quedarse con los recursos de los países musulmanes, colonizar su cultura y someter a sus pueblos. Según esta retórica, el problema principal radica en que los pueblos que integran el mundo islámico, sean los árabes, persas, turcos, bereberes o malayos, sufren de un complejo, la “teoría de la conspiración”. Así, siempre están imaginando que los quieren embaucar, avasallar, dominar pero en realidad, nada de esto sucede salvo su “febril imaginación” originada en el “complejo de inferioridad” y el subdesarrollo.

La invención de Siria y Líbano


   Al igual que Mesopotamia y otras regiones del Imperio Otomano, los territorios que hoy comprenden las naciones de Siria y Líbano estaban organizados en varios vilayatos.

   La zona planteaba numerosos problemas: por un lado, estaba su diversidad étnica: la mayoría era de origen árabe, pero también turcos, turcomanos, kurdos, circasianos, hasta aquellos llamados poulains. Los cruzados llamaban despectivamente poulains (mulatos) a los hijos de los matrimonios mixtos de francos y normandos con los cristianos orientales. La mayoría de los árabes sirios, libaneses y palestinos de tez clara y ojos azules, que se ven hoy, son descendientes de esos mestizos. Por otro lado, allí la mayoría era musulmana, pero junto a los sunníes, había poderosas minorías shiíes, drusas y alauíes; y entre los cristianos —casi un tercio de la población— había católicos maronitas, ortodoxos; existía también una considerable comunidad judía.

   Al hacerse cargo Francia de la parte que le correspondía por los acuerdos Sykes-Picot, lejos de unificar la región prefirió desgajarla en cuatro partes: Siria, Gran Líbano, Alauíes y Ÿabal Druse (Montaña Drusa).

   El general Henri-Joseph-Eugène Gouraud (1867-1946), comandante en jefe francés y Alto Comisionado en Siria (1919-1923), entró en Damasco en julio de 1920. Cuando sus tropas ocuparon la milenaria ciudad, se dirigió al mausoleo del sultán Saladino, vecino a la mezquita de los Omeyas, y pronunció la famosa frase frente a su tumba: "¡Hemos vuelto... Saladino!". Análoga a la de Allenby al entrar en Jerusalén, era toda una declaración de guerra al mundo árabo-musulmán que acarrearía gravísimas consecuencias.


El general Gouraud, una combinación de demencia y terror

   Y ocurrió lo previsible. Durante veinte años hubo disturbios continuos y tan graves que muchos altos comisionados fueron sustituidos antes de un año de misión.

   En 1926, un levantamiento de los drusos, apoyado por los beduinos, conquistó gran parte del territorio, incluyendo Damasco. Los franceses fueron acorralados en sus fortificaciones y, en gran parte, se refugiaron el Líbano. La recuperación del territorio requirió el envío de nuevas tropas y el empleo de tanques y aviones contra las poblaciones urbanas. Los conflictos se prolongaron al punto de que, tras la Segunda Guerra Mundial, Francia ya estaba harta de aquel indómito mandato que, finalmente, abandonó en 1946 dejándolo escindido en Siria y Líbano, dos nuevos países que se sumaron a las anteriores invenciones de los británicos.



La invención de Kuwait


   La debilidad de los últimos sultanes otomanos y el aumento de la influencia británica en la región fomentaron la formación de proto-estados, de los cuales el más dinámico era el emirato wahabí del Naÿd en la península arábiga.

   Para evitar ser absorbidos por los wahabíes, los emires de las tribus de la zona sur de Irak solicitaron el apoyo de los ingleses, que en 1779 habían trasladado de Basora a Kuwait la estación terminal del correo terrestre de la Compañía de las Indias Orientales. Los británicos enviaron tropas de la India para garantizar la autonomía de de esos emires tribales sin que los turcos pudiesen impedirlo.



   En 1899 se hizo inminente la amenaza de una invasión turca por lo que el principal emir firmó un tratado con Inglaterra y se comprometió a no ceder ninguna parte de su territorio a otro país sin el consentimiento británico.

   A cambio, Gran Bretaña garantizaba la integridad territorial de Kuwait. Este tratado y la consiguiente presencia militar inglesa impidieron a los turcos extender la línea férrea Berlín-Bagdad hasta el Golfo Pérsico.

   Al terminar la Primera Guerra Mundial, Francia e Inglaterra se repartieron los despojos del Imperio Otomano. Kuwait pasó a ser considerado un protectorado británico separado del recién creado reino de Irak en 1921, que lo reclamaba como provincia, alegando el sometimiento histórico de esa zona al gobierno de Bagdad.




La invención de Arabia Saudí

   El estado saudí comenzó en la península arábiga alrededor de 1750. Un gobernador local, Muhammad Bin Saud, unió fuerzas con un extremista, Muhammad IbnAbd al-Uahhab, creador de la secta religiosa del wahabismo, para crear una nueva entidad política.

   Por los siguientes ciento cincuenta años, las fortunas de la familia Saud emergieron y cayeron varias veces mientras los gobernadores saudíes peleaban con Egipto, el Imperio Otomano, y otras familias árabes por el control sobre la península.

   El moderno estado saudí fue fundado por el último rey, Abdul AzizIbn Saud (1876-1953). En 1902, Abdul AzizIbn Saud capturó Riad, la capital ancestral de la dinastía Al-Saud, de la familia rival Al-Rashid. Continuando sus conquistas, Abdul Aziz subyugó Al-Ahsa, Al-Qatif, el resto de Naÿd, y el Hiÿãz entre 1913 y 1926. El hashimí AliIbn Husain, hijo mayor del sharif Husain Ibn Ali, que había sido elegido legítimamente emir del Hiÿãz, debió huir precipitadamente para salvar su vida.

   El episodio constituyó la última de las puñaladas asestadas por la espalda por los británicos a la familia del sharif Husain que comenzó con el gran engaño de 1916 con las promesas de independencia de los territorios árabes. Al apostar por los saudíes wahabíes, Londres dejó la región en manos de un aliado completamente dócil y sometido a sus caprichos.

   El 8 de enero de 1926, Abdul AzizIbn Saud se convirtió en el rey de Hiÿãz. El 29 de enero de 1927, tomó el título de rey de Naÿd. Mediante el tratado de Ÿidda, firmado el 20 de mayo de 1927, el Reino Unido reconoció la independencia del reino de Abdul Aziz (entonces conocida como el reino de Hiÿãz y Naÿd). En 1932, estas regiones fueron unificadas como el Reino de Arabia Saudí.


 


Ali Ibn Husain, rey del  Hiÿãz                                       Ibn Saud


   El descubrimiento de petróleo en marzo de 1938 transformó económicamente al país, y lo hizo absolutamente dependiente de los intereses anglo-norteamericanos.

   Ibn Saud fue coronado en 1926, y seis años después pasó a ser rey de Arabia Saudí, de sus harenes y palacios, petróleo y redes informativas; emperador de la más enorme concentración de oro negro, dueño de la cuarta parte del petróleo planetario, de uno de los regímenes más oprobiosos del planeta: esclavista, represor y misógino. Uno que nunca es denostado por los medios de prensa o las agencias de noticias.

   En Arabia Saudí no se fingen elecciones libres, como en Egipto (donde el partido único siempre gana con más del 90% de los sufragios en elecciones eminentemente fraudulentas), ya que ni siquiera hay elecciones simuladas (los recientes comicios municipales no pasan de ser otro ejercicio machista feudal), ni Parlamentos ficticios, ni pretensión de derechos humanos.

   Todo derecho de los habitantes es una graciosa concesión de la familia real, ya que Arabia Saudí es, más que un Estado, una estructura tribal premedieval. Las mujeres no tienen en Arabia Saudí ni derecho a conducir vehículos.

   Hoy hay unos doce millones de wahabíes; residen en Arabia Saudí, donde constituyen el 40 por ciento de la población. El wahabismo cree firmemente que su concepción (absolutamente desviada del Islam) debe ser impuesta por la fuerza en todo el mundo. También hablaré del wahabismo en otro post.

   Que los británicos hayan creado y amparado un reino de las características de Arabia Saudí demuestra que la mentalidad política anglosajona nunca ha deseado de corazón que la democracia y el sentido común prevalezcan en el mundo musulmán. Los saudíes, ahora mimados y protegidos por los EE.UU. son wahabíes, es decir, intolerantes y reaccionarios por excelencia, enemigos de los derechos humanos, de los derechos civiles, de cualquier reforma o innovación progresista dentro del mundo musulmán.




   No sólo son enemigos de los cristianos y los judíos sino que en primer lugar no aceptan y persiguen a los musulmanes que no se encuentran en una posición ultrafundamentalista como la que ellos pregonan. Independientemente que sus jerarcas sean hipócritas consumados que lejos de cumplir con lo que predican hacen exactamente lo contrario (son corruptos, juerguistas, degenerados, homosexuales y están íntimamente dedicados a todo tipo de vicios y perversiones).

   Téngase en cuenta que del wahabismo han surgido elementos terroristas como los talibanes de Afganistán y los seguidores de Osama Bin Laden. Curiosamente, unos y otros fueron aleccionados por la Agencia Central de Inteligencia Americana (CIA).



La invención de Irán

   La Convención Anglo-Rusa del 31 de agosto de 1907 fue un acuerdo firmado entre el Imperio Británico y la Rusia Imperial en donde Persia (Irán) fue dividido en dos esferas de influencia, con el norte entregado a los rusos, el sur a los británicos y una zona central neutral o “estado tapón” donde la monarquía títere de los Qaÿar fingía que reinaba desde Teherán.

   Paralelo a este acuerdo, la Anglo-Persian Oil Company (APOC) fue fundada en 1909 luego del descubrimiento del vasto yacimiento de Masjed Soleiman, Irán, en 1908, hace exactamente cien años. Su sede principal se estableció en Abadán. Fue la primera companía petrolera con reservas petrolíferas en Medio Oriente.





   La Anglo-Persian Oil Company (APOC) fue fundada en 1909 luego del descubrimiento del vasto yacimiento de MasjedSoleiman, Irán. Su sede principal se estableció en Abadán. Fue la primera companía petrolera con reservas petrolíferas en Medio Oriente.





   En 1935 la APOC cambió su nombre por el de Anglo-Iranian Oil Company (AIOC) y eventualmente se convirtió en la British Petroleum Company (BP) en 1954.



 



   En 1913 los británicos construirían la refinería de Abadán. En 1912, la marina británica pasó del carbón al petróleo, y en 1914, el gobierno británico, bajo las recomendaciones del Primer Lord del Almirantazgo, Sir Winston S. Churchill, nacionalizó parcialmente la APOC comprando una mayoría de acciones de la compañía para asegurar el control del aprovisionamiento de combustible para los navíos de su flota de guerra.

   La caída de la Rusia zarista, protectora de la dinastía Qaÿar, y la llegada de los bolcheviques a las costas del Caspio, provocó que Inglaterra partiera en dos a Irán para, por un lado, “protegerlo” del peligro que suponía la Revolución Rusa y, por otro, ocupar el sitio del rival centenario y asegurarse los beneficios del petróleo. Recuerden lo que ya dijimos en la primera parte: LOS CRIPTO-JUDÍOS FINANCIARON LA REVOLUCIÓN RUSA PARA SACARLA DE EN MEDIO...

   El Acuerdo Anglo-Persa, que convirtió a Persia (Irán) en un cuasi protectorado británico en 1919, impidió que ésta interviniera en la Conferencia de Paz de Versalles. El general cosaco Estarvlosky fue apartado por sugerencia del general inglés Ironside, y el general Homayun fue nombrado en su lugar como general de la Guardia de cosacos. Por entonces dos hermanos, advenedizos e intrigantes, Vosugh ad-Douleh (m. 1950) y Ahmad Ghavãm as-Soltaneh (1876-1955), servían los intereses británicos y se empeñaban en contrarrestar a los elementos constitucionalistas.

   Los británicos eligieron a un ignoto comandante de la guardia pretoriana de cosacos, llamado Reza Jan Mir Panÿ (1877-1944), un acérrimo partidario de los intereses zaristas en Persia, para que llevara a cabo un golpe de estado el 21 de febrero de 1921 a medianoche para controlar a la decrépita monarquía Qaÿar que venía reinando el país desde fines del siglo XVIII.

   Finalmente, luego de múltiples intrigas urdidas por los británicos y sus agentes vernáculos, el 30 de octubre de 1925 se proclamó el derrocamiento de la dinastía Qaÿar y se la sustituyó la figura del antiguo comandante de cosacos ahora convertido en el soberano Reza Jan, primer monarca de la dinastía Pahlevi.



Reza Jan cuando era comandante de la brigada de cosacos


   Como no podía ser de otra manera, el autor de la maniobra había sido Winston S, Churchill que había tenido en cuenta la hoja de servicios del agraciado donde se destacaba su extrema brutalidad en ejecutar a los opositores, su fidelidad con los agentes británicos y su feroz anticomunismo.

   Reza Jan era una verdadera bestia. En una ocasión que se le antojó tener mucho dinero en sus manos, asaltó personalmente con un grupo de guardias un banco a la luz del día y se llevó una bolsa gigantesca repleta de billetes.

   Siendo el Shah, simplemente podía haber solicitado la suma en cuestión que le habría sido girada a su palacio, pero eso para él era una sutileza difícil de imaginar. Se sabe que gozaba como un degenerado pateando el cuerpo de los prisioneros, en su mayoría opositores políticos, hasta matarlos. Se dice que semejante práctica le provocaba orgasmos que no se preocupaba siquiera por disimular. Además practicaba las más perversas aberraciones sexuales.

   "Aprovechándose del poder, reúne una fortuna descomunal. Se convierte en el señor feudal más grande, propietario de casi tres mil pueblos y de doscientos cincuenta mil campesinos adscritos a estos pueblos; posee participaciones en las fábricas y acciones en los bancos; recoge tributos; cuenta y vuelve a contar; suma y vuelve a sumar; basta que se le enciendan los ojos al ver un bosque frondoso, un valle verde o una plantación fértil, para que ese bosque, ese valle o esa plantación tengan que ser suyos; incansable e insaciable, aumenta constantemente sus propiedades, hace crecer y multiplica su enloquecedora fortuna. Nadie puede acercarse al surco que marca el límite de la tierra del monarca. Un día se celebra una ejemplar ejecución pública: por orden del shah un pelotón del ejército fusila a un burro que, desoyendo las prohibiciones del shah, pisó un prado perteneciente a Reza Khan. Trajeron al lugar de la ejecución a los campesinos de los alrededores para que aprendieran a respetar la propiedad del señor"(Ryszard Kapuscinski, El Shah o la desmesura del poder, Barcelona: Anagrama, 2003, pág. 30).



Reza Jan, al principio partidario de la Rusia zarista; luego probritánico; después pronazi.


   En 1933, tras la llegada al poder en Alemania del Partido Nacional Socialista liderado por Adolf Hitler, los ingleses impidieron la llegada de mercancía alemana a Persia por vía marítima. Así pues, los alemanes optaron por enviar los productos por la vía soviética. Gran Bretaña deseaba que Persia cortase relaciones con los alemanes, pero Reza Shah se negaba terminantemente.

   Las supercherías nazis sobre la supremacía de la raza aria y su teórica vinculación con Irán (‘la tierra de los arios’) enloquecieron a Reza Jan y lo convirtieron en un admirador incondicional de la Alemania hitleriana.


Churchill saluda al nuevo shah Muhammad Reza Pahlevi, hijo de Reza Jan, durante la Conferencia de Teherán de 1943


   Fue así como por sugerencia del embajador persa en Berlín, muy probablemente inducido por los jerarcas nazis, y aprovechando el comienzo del año nuevo del calendario solar iraní, el 21 de julio de 1925, Reza Jan sustituyó el nombre de Persia por Irán, bajo la hipótesis de que el país era la cuna de los pueblos arios. Un disparate muy difícil de sostener pero que cabía dentro de la egolatría demencial del brutal ex comandante de cosacos.

   Al producirse la segunda gran conflagración mundial en septiembre de 1939, Reza Jan se declaró neutral aunque ardía en deseos de aliarse con la Alemania nazi y la Italia fascista contra la Unión Soviética e Inglaterra.

   Cuando a finales de junio de 1941, Alemania atacó a la URSS. Churchill se alió con los soviéticos a pesar de su enemistad con éstos. El 17 de julio de 1941 Gran Bretaña y la URSS envían a Persia escritos similares en donde se manifiestan preocupados por las actividades de los alemanes y piden que sea reducido el número de residentes alemanes en Persia a una quinta parte.

   La misiva privada de Gran Bretaña también incluía una petición de cesión de carreteras, pero Persia no echó cuenta al asunto. El ultimátum de los dos países pusieron a Reza Shah en una situación escabrosa, por lo cual tomó una política de dejar pasar el tiempo y hacerse el distraído.


A fines de noviembre de 1943 se celebra en Teherán una conferencia a la que asisten Stalin, Roosevelt y Churchill, donde se toman importantes decisiones respecto a la guerra y donde Irán fue denominado como “puente de la victoria” . La famosa fotografía que dio la vuelta al mundo, muestra a Stalin y Churchill, vistiendo uniformes y a Roosevelt, con su salud bastante deteriorada, enfundado en un traje oscuro, en una soleada mañana en Teherán. Los “campeones de la libertad” se felicitaban mutuamente por haberse repartido el mundo. Se puede decir que ahora Versailles era Teherán y la Sociedad de Naciones pasaba a llamarse Naciones Unidas...

   En la mañana del 24 de agosto de 1941, Persia fue atacada por las fronteras norte y sur por británicos y soviéticos. El ejército en el que Reza Shah había puesto tanto empeño, nada pudo hacer frente a la entrada de las fuerzas ocupantes, que por otra parte tampoco estaba apoyado por el pueblo, disolviéndose poco después en septiembre. Finalmente, Reza Jan fue derrocado y confinado en la isla Mauricio en el Océano Índico.

   Tiempo después, ante una pregunta del presidente Franklin Delano Roosevelt durante la conferencia de Teherán sobre qué ha pasado con el emperador del país, Winston S. Churchill, dijo unas palabras célebres al referirse a la partida de Reza Jan: We brought him, we took him (“Nosotros lo trajimos. nosotros lo sacamos”).

   Cuando Reza Jan dio su golpe de estado con el visto bueno inglés, no tenía ni tierras ni factorías, pero cuando estaba derrocado poseía varios miles de escrituras de tierras a su nombre y era considerado uno de los hombres más ricos del planeta. Pero, ¿de qué le sirvió?


Entonces les refirió una parábola, diciendo: “Las tierras de un hombre rico habían producido mucho. Y él cavilaba diciéndose a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde almacenar mis productos’. Entonces dijo: ‘Esto es lo que voy a hacer: voy a derribar mis graneros para edificar otros más grandes: allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. Luego podré decirme: Hombre, tienes muchos bienes almacenados para muchos años: descansa, come, bebe, alégrate’”. Pero Elohim le dijo: ‘Necio, esta noche vienen a reclamar tu vida; y lo que has amontonado, ¿para quién será?’ Lucas 12:16-20


   A mediados de septiembre de 1941, tras la abdicación de su padre y en cumplimiento del plan de los Aliados, fue entronizado el joven e inexperto Muhammad Reza Pahlevi (1919-1980), y, en un país ocupado por ejércitos extranjeros, se hicieron los juramentos pertinentes en un Parlamento desquiciado.

   Una nueva historia de crímenes y atropellos se avecinaba en el país persa, todo provocado por el accionar ilegal y caprichoso de las potencias hegemónicas.

Yemen, Omán, Qatar y Bahrain


   La zona suroeste de la península arábiga fue ocupada por los británicos en 1839. La dominación de Londres conocida como Protectorado de Adén, llamado también Yemen del Sur, rigió hasta 1961. El reino de Yemen del Norte, luego se la Primera Guerra Mundial, pasa a ser gobernado por imames zaidíes [31]. A partir de mayo de 1990, con la fusión de ambos países, el territorio pasó a llamarse República de Yemen.

   Por su parte el sultanato de Omán fue colonia británica entre 1891 y 1971. Igualmente, los sultanatos de Qatar (colonia británica entre 1916 y 1971) y Bahrain (colonia británica entre 1861 y 1971).


De izq. a der.: el omaní Sultan Qabúsbin Said, el emir qatarí Sheij Hamad Bin Jalifa al-Zani y el rey saudí Abdallah Bin Abdul Aziz al-Saud son los mayores derrochadores de riquezas del mundo musulmán y los más firmes aliados de Occidente en la región. Paradójicamente, pregonan las ideas más reaccionarias y antidemocráticas.

Mapas



1. Desmembramiento del Imperio Otomano (1863-1920).


2. El Acuerdo Secreto Sykes-Picot en síntesis.



3. El Acuerdo Secreto Sykes-Picot detallado.



4. El Medio Oriente luego del Tratado de Versailles y los protectorados auspiciados por la Sociedad de Naciones, antecesora de la ONU.



5. El Medio Oriente hoy.






NOTAS:
[29] Gertrude Margaret Lowthian Bell (1868-1926). Viajera, arqueóloga, política y agente de los servicios secretos británicos. Viajó por Persia (1892-93), Palestina (1899), Siria y Cilicia (1905), Asia Menor (1907), Arabia (1913). Destinada a operaciones de inteligencia militar  e información política (1915-1926). Fue secretaria de sir Percy Zachariah Cox (1864-1937), diplomático y especialista en asuntos políticos en Irán e Irak. Colaboró en la reorganización de Irak después de la guerra asesorando al rey Faisal I.

[30] Lawrence dio deliberadamente la espalda a las diversas carreras que se le ofrecían. Desairando al propio rey Jorge V que estaba listo para entregárselas personalmente en palacio, renunció a las dos máximas condecoraciones británicas: la Orden de Bath y la Orden de Servicios Distinguidos. Como si esto fuera poco, renunció a su grado de coronel del ejército británico y a su pensión correspondiente y se alistó como soldado raso en la RAF bajo el nombre ficticio de John Hume Ross (1922). Posteriormente, cambia su nombre mediante escritura pública, por el de Thomas Edward Shaw (TES.), en honor de su amigo, el escritor George Bernard Shaw (agosto de 1927). Se sentía prisionero del hombre célebre que lleva, ese nombre al cual se agrega ahora “de Arabia”. "Ni yo ni hombre alguno que no sea más que hombre se satisfará con nada, hasta que se contente con ser nada" (W. Shakespeare: Ricardo III). Prefirió ser “nada”; llamarse Ross o Shaw, no Lawrence de Arabia. Lawrence vivía atormentado desde fines de la guerra, al comprobar la traición de sus compatriotas a los árabes y cómo todas las promesas fueron rotas durante la conferencia de paz de Versalles. Por eso, no le importaban ni honores, ni dinero ni puestos oficiales. Así confesaría, "Solamente la debilidad me impidió suicidarme, idea que asfixiaba mi mente enfebrecida". Está claro que Lawrence pertenecía a un lobby de británicos que se oponían al imperialismo que emanaba de la Cancillería británica (Foreign Office), y pensaron que las cosas podían cambiar para mejor. Ellos imaginaban que los árabes, por ejemplo, podían llegar a ser libres e independientes. Esa idea de Lawrence era compartida por muchos de sus amigos, entre ellos el famoso viajero e islamólogo Wilfred Scawen Blunt (1840-1922). Creía Lawrence, en definitiva, que los árabes debían gobernarse a sí mismos. Siendo un buen patriota inglés —y realista— llevó a cabo, sin el menor escrúpulo, todo género de intrigas para asegurar que las promesas hechas por Inglaterra al sharif Husain en 1916 se cumplieran. Sin embargo, ya por aquella temprana fecha, Lawrence sabía de la traición de los imperialistas encaramados en el Cancillería londinense (Sykes-Picot mediante), y escribió más tarde en su obra cumbre: "Para vengarme, juré convertir la rebelión árabe en motor de su propio éxito, así como en asistente de nuestra campaña egipcia; y juré conducirla tan furiosamente hacia la victoria final, que las conveniencias aconsejaran luego a las potencias un arreglo leal de las reclamaciones morales de los árabes" (T.E. Lawrence, Los Siete Pilares de la Sabiduría, Introducción de Jorge Arana, Libertarias, Madrid, 1990, pág. 334.).
[31]  Los zaidíes son una facción de los shiíes que se remontan a Zaid Ibn Ali (695-740), hijo de AliIbn Husain (654-713), el cuarto imam de los shiíes. Se diferencian de los shiíe sduodecimanos y de los ismailíes septimanos en que sólo reconocen a cinco imames a partir de AliIbn Abi Talib (600-661). Los zaidíes siempre han sido mayoritarios en el Yemen.



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FUENTES:

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Publicado por: Anunciadora de Sión
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